viernes, 16 de abril de 2010
La comunicación con el bebé
La intuición y el sentido común de la madre serán los instrumentos principales para favorecer esta función, más que la razón y el pensamiento. Es la conexión corazón a corazón, cuerpo a cuerpo, la que marca el ritmo de los encuentros entre la mamá y su hijo. Estas primeras experiencias irán modelando las futuras.
Las acciones básicas que favorecen el vínculo en el primer año de vida beben estar centradas en:
Aprovechar toda actividad de la vida cotidiana para favorecer el encuentro y el contacto con el bebé, como la hora de la alimentación, la higiene, el baño, el tiempo de ir a dormir, etc.
Hablarle, cantarle, es decir, buscar relacionarse a través de sus conductas.
Dejarse conocer por el bebé: que nos toque, nos tire del pelo, nos descubra, nos reconozca.
Los bebés conocen a través de su boca, cuando chupan, cuando muerden. A medida que el bebé crezca, su participación será cada vez más activa. Pero al principio debe ser la mamá o quien ocupe la función materna y quien la favorezca.
Es conveniente darle un entorno estable organizado y previsible; que la rutina, de a poco, con paciencia y tolerancia, pueda ir instalándose en casa.
Esta organización familiar lo ayudará día a día a darle sentido a su vida, y pasar del caos natural con el que viene al mundo a vivencias nuevas, conocidas, placenteras y enriquecedoras. Luego esperará que se repitan y las buscará. Y esto lo tranquilizará.
Los bebés se comunican al principio sin palabras, a través de gestos y actitudes, que transmiten lo que sienten y también comprenden lo que su mamá siente. Están en completa sintonía.
Por eso es importante revisar cómo estamos, cómo nos sentimos luego del nacimiento, y durante los primeros días, cuando llegamos con el bebé a casa.
Si estamos desbordadas o contenidas; asustadas o tranquilas; tristes o felices; fuertes o débiles. El propio autoanálisis de la mamá hará que el bebé reciba saludablemente desde su sensibilidad a flor de piel todo el impacto emocional que la madre puede experimentar.
Para generar este acercamiento al ideal de este primer vínculo, necesitamos sentirnos contenidas, queridas y acompañadas. Tener con quien expresar nuestras emociones, a veces contradictorias, que de a poco se irán estabilizando.
Esta cadena de amor y comprensión facilitará los momentos de contacto con el bebé y convertirá a cada uno de ellos en un “gran encuentro”.
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