jueves, 3 de junio de 2010

Estimulación temprana para cualquier niño


Un bebé siempre nos despierta ternura por su inocencia. Es un ser que está a las puertas de todo un proceso de construcción, alguien vulnerable, indefenso, que no dispone de recursos suficientes para valerse por sí mismo. Nada más nacer apenas cuenta con el lloro para procurar la atención de su madre, la succión para alimentarse, y el reflejo de cerrar las manos para aferrarse a algunos objetos.

En comparación con otros seres vivos la diferencia es abismal, pues la mayoría de las especies, salvo la humana, tardan mucho menos en madurar y en ser autónomas. Pero esta mayor dependencia del bebé con respecto a los padres, lejos de ser algo negativo, supone un beneficio a la larga, porque le permite disponer de más tiempo para desarrollar todo su potencial. Todos esos años de infancia dotarán al cerebro de la flexibilidad necesaria para alcanzar auténticos logros.

El hecho de nacer sin finalizar significa que gran parte de las habilidades motrices y cognitivas las podrá ir aprendiendo, y esto jugará a su favor cuando tenga que adaptarse a un ambiente cambiante e imprevisible. Y es en este espacio reservado al aprendizaje donde cobra sentido la estimulación temprana, un conjunto de medios, técnicas y actividades con base científica que, aplicadas de forma sistemática y secuencial, potencian determinadas funciones cerebrales en un contexto pedagógico y lúdico.




Esta opción educativa se puede proponer a cualquier niño desde su nacimiento hasta los 6 años. No es algo, como erróneamente se piensa, exclusivamente destinado a los que presentan dificultades de aprendizaje o retrasos en el desarrollo. Si bien para estos últimos se hace indispensable, no por ello resulta menos beneficioso para los niños sanos. Con ella no sólo se refuerzan competencias intelectuales (capacidad para la lectura, comprensión verbal, cálculo matemático, viso-espacial), sino que también se trabajan destrezas motrices, sensoriales y sociales.

En realidad, este tipo de estimulación supone brindar al bebé más oportunidades para explorar el mundo que tiene que conocer, y para adquirir habilidades de una manera natural y divertida. La meta no es acelerar el desarrollo, forzándole a alcanzar objetivos para los que no está preparado. La clave es identificar y fortalecer el verdadero potencial de cada niño en concreto, e ir ofreciéndole ejercicios que favorezcan su iniciativa y aprendizaje, pero siempre respetando su etapa evolutiva, sin regirse por lo que otros pueden hacer.

En cada fase del crecimiento serán más ventajosos unos u otros estímulos, aunque siempre bajo la premisa de que son en estos primeros años de vida cuando se consolidan los cimientos de todos los aprendizajes posteriores.

¿En qué consiste exactamente?. Esta clase de estimulación se fundamenta en la repetición de lo que se llaman unidades de información o bits. Del mismo modo que el lenguaje se adquiere a base de oír diariamente al resto de hablantes, el cerebro del niño está preparado para asimilar otros conocimientos a través de la reiteración sistemática de estímulos o actividades sencillas, con las que se va fortificando las conexiones neuronales implicadas.

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